Desde la obsesión por recoger, ordenar, seleccionar y guardar imágenes sobre aquello que deja una huella, efímera o permanente, reaparece la fijación por mantener los rastros que desaparecerán de un modo u otro.
A partir de la búsqueda de estas huellas con mi cámara, a través de internet y de la obra de otros artistas de relevancia, se despliega en una instalación mural en forma de constelación, como estrellas, una multitud de imágenes se relacionan entre ellas desde diferentes campos y géneros como el retrato, el paisaje, el bodegón, la fotografía íntima..., alcanzando todas las perspectivas posibles, y relacionándolas entre ellas, creando una narrativa propia mediante sus conexiones: no son ajenas o dejadas al azar.
Cada fotografía, como testimonio de la presencia o ausencia de que algo ha acontecido, genera una perspectiva nueva sobre el conjunto, obteniendo en su totalidad una visión global pero íntima sobre el vestigio que deja alguien o algo, esa impresión profunda y duradera, una huella, rastro, trazo o marca que evidencia ausencia donde hubo presencia.