La imagen proyectada por la mujer ha sido modificada y modelada, especialmente desde la mirada masculina y la publicidad durante décadas. La obligación interiorizada de estar perfecta las 24 horas del día era algo incuestionable.
Factores como el maquillaje, la depilación, las siluetas perfectas han llevado a cánones de belleza artificiales difíciles de imitar, pero esa no es la cuestión. ¿Quieren todas las mujeres imitarlos, hacerse con ellos? En ocasiones permiten esconder las fragilidades e inseguridades personales, otras, fortalecer al individuo.
A luz de una nueva era en la que las redes han permitido la visibilización de otro tipo de feminidades, puede verse todo tipo de mujeres desarraigándose de las directrices patriarcales que han marcado la imagen de generaciones anteriores: cómo vestir, qué depilar, qué enseñar u ocultar o cómo maquillarse... y si quieren hacerlo.
Con este proyecto reflexiono sobre la hiperfeminización a través del maquillaje para paliar inseguridades. Mostrado en un díptico que imita las editoriales de belleza de las revistas de moda con una cara totalmente lavada, «La verdad» trata de dialogar entre la obra y el espectador, dejando a éste que decida desde qué posición decide hacer la crítica.